Ella lo amaba, lo amaba por completo.
Lo esperaba en una silla día y noche, la presunta conexión, en la web, del muchacho. Él visitaba a su segunda casa, el Monumental, con el mismo fanatismo con que se lo conocía.
Ella lo quería, lo quería tan noblemente. Tanta pureza había en su mirada que apenas podrías abrir los ojos unos centímetros, encandilado por la luz que radiaba de ella. Él, en cambio, jugaba, jugaba a un juego de azar, movía las fichas sobre el tablero, barajaba las cartas a su manera y, por último, dejaba que el destino le depare lo que pasaría con aquella muchacha que tanto lo adoraba.
Tal vez no conocía del todo el cariño tan enorme que ella le tenía, tal vez no era consciente que cada palabra amistosa que le decía, a ella producía miles de ilusiones que se multiplicaban cada un segundo.
Eran como dos niños jugándole a las escondidas a la verdad.
Pasaban los días y todas las promesas se esfumaban, se perdían con la brisa del viento, se escapaban, ella extendía sus manos y entre sollozos intentaba capturar todas las palabras hermosas que alguna vez la habían hecho saltar sobre la cama, como una niña esperanzada en un mundo gris.
Él la miró soslayo, intentando ser gracioso, y no tan preocupado. Quería verla feliz, pero no sentía que era él el que lograría eso.
Ella alzó la vista, y observó como su cabello rubio ceniza se convertía en platinado tras el contacto con el sol. No podía mirarlo a los ojos, sentía rechazo, pero a la vez una gran debilidad.
"Mirá -dijo él intentando no hacerme sentir triste-, yo entiendo todo ésto, pero no sé como manejarlo, no lo puedo manejar"
"¿Qué no podés manejar?"-exclamó ella con los ojos vidriosos-
"Tus sentimientos, ésto. Vos sos una chica re linda, cualquier chico quisiera tenerte a su lado" -quería parecer seguro de eso, quería causar lo mismo en ella pero solo sentía nervios en su rostro-
"Pero vos no, por lo que veo se acabó nuestro juego -y en aquél momentos se largo a llorar sus lágrimas a él lo estremecían y le partían el corazón- dame una oportunidad, por favor. Yo te puedo hacer feliz."
"Lo sé. Pero yo a vos no, soy un boludo disfrazado de maduro, soy un tarado, así somos pibes, un día queremos algo y al otro día ya no. Somos complicados, y nos cuesta, nos cuesta mucho saber qué es lo que queremos"
"¿Estas confundido?"
"Sí, lo estoy, y no te imaginás cuánto lamento que eso pase. Todo lo que te dije... me siento un estúpido" -dijo él, moviendo la comisura de los labios en signo de una breve sonrisa-
"¿Entonces?"
"Dame tiempo, quién sabe..."
"No, eso lo dijiste hace tiempo, el tal vez, el quien sabe, el veremos, son frases inconclusas, peligrosas, que te matan lentamente, y más si estás como yo, completamente enamorado" -se había enojado tanto, la rabia corría por sus venas, pero a la vez el sufrimiento no cesaba, por nada, colmaba el noventa y nueve por ciento de su alma-
"No sé qué decirte"-estaba callado, duro-
"A veces es mejor no abrir la boca, mirá cómo terminamos"
"Dejemos que todo pase..." -dijo él-
No sé si pasó el tiempo que tuvo que pasar, sólo sé que es hoy que ella lo sigue extrañando. Como siempre. Lo quiere, menos que antes pero más que nunca. Su presencia la hacía sentir viva, nadie la hacía sentir tan bien como él.
Ayer me puse a ver "Diario de una Princesa", y ¿qué hice? Esperé hasta el final, donde el chico que siempre la quiso (que está para hacerle de todo) se le aparece, se besan en una fuente y se dicen cosas lindas. Pensarán que estoy hecha una mogólica y que ésto no tiene sentido pero a lo que voy es a que me puse a llorar. Necesito un novio, un novio no perfecto, imperfecto pero que me quiera, que me quiera de verdad, necesito a ese chico de ESA película que me haya visto cuando era invisible, necesito cosas que hace tiempo estoy buscando, cosas que me hacen falta. Un beso, un te quiero, un abrazo, una carta, un osito de peluche, no sé... UN NOVIO.
¿Cuándo va a ser el día en que encuentre a ese chico de esa película? ¿Cuándo va a ser el día en que me bese en una fuente? ¿Cuándo va a ser el día en que me quieran por lo que soy?
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