En un momento de mi vida estuve caminando sin rumbo, y las luces
de la calle iban apagándose como mi corazón, cada día más solitario. Fue ahí
que quise quitarme la bolsa que llevaba en la espalda, como una cruz, una
carga, arrojarla al suelo y que cada una de las cosas que había obtenido -que
creía insignificantes, pues nada de eso era suficiente para que me quieran- se
rompan en añicos. Cuando estaba por tirar todo, sentí que unas manos se
entrelazaban en mi cuerpo, y que los brazos poco a poco se unían en un símbolo
de "no, no lo tires todo", al levantar la vista supe que
había caído en los brazos del indicado, de otra persona, de un chico
diferente. Y sé, que siempre voy a tener ganas de dejarlo todo y quedarme sola,
para hablar conmigo misma y con mi espíritu. Sé también, que me prometí no
volver amar, dicen que duele menos tirarse de un puente, parece bizarro pero
puede que sea verdad. Pero también sé y de eso estoy totalmente segura, que hay cosas en la vida que, no importa de qué lado las veamos, continúan siendo siempre las mismas, y valen para todo el mundo. Como el
amor.
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