Cómo me desilusionás cuando amagás y tiroteás sin terminar las cosas.
Soy como un perro al que todo le da igual, si venís, si te
marchás, mientras en tus manos no tengas trocitos de pan o una caricia, todo
estará bien, no volvería hacia vos, pero no me tientes, si me invitás te quedás
por siempre en mi corazón, o al menos por más tiempo. Puedo
seguir, sin dudas, puedo dar marcha a mi vida, pero no juegues conmigo,
soy un animal hambriento de todo, y apenas
pude controlar mi hambre de vos, por tener esa facilidad de hacerme quedar
a merced
con una mirada simplona y penetrante.
Te quiero en
silencio, te quiero con el alma, sin medida alguna, te quiero aún más cuando te
observo de reojo y pienso: “es realmente imposible sacarlo de mí”, parecés un
tatuaje, que puedo tapar con maquillaje, pero sólo al sonreír, convertís el sol
en trueno y lluvia, sólo con tal de que se barra lo que tapé, así es que
recuerdo, que puedo vivir con o sin vos, pero con vos sería más fácil. Repito,
me tenés como un perro faldero, abandonado y andrajoso, pero si simplemente
caminás y me das la espalda, tal vez otro me recoja del camino.
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