Era desafortunadamente cierto, la complicada era yo, claramente.
Mi amor hacia él era atemporal, hasta creía quererlo por las noches, cuando los sentimientos no salían a la luz, y el sol se ocultaba cayendo la oscuridad, y con ella, una
cierta soledad de la soltería. Yo sabía que no era capaz de jugar con
nadie, y menos con él, cual fuese la respuesta a semejante problema, él se
echaba la culpa a sí mismo de lo que nos sucedía y yo mientras tanto, hacía mi
vida intentando asegurarme de que él sabría que tarde o temprano no estaría lo
suficientemente interesada, marchándose sin decirnos, ambos, una palabra,
explicación o motivo. Porque es así, es mucho más fácil borrarte del maldito mapa del amor, a intentar sobrevivir en él sin que te
arrollen los autos que pasen por el camino. Es mucho más fácil pedir un inútil "tiempo", que
siempre termina en infidelidades o traiciones aún no siendo una pareja oficial.
Es más fácil llenarse de
orgullo y repetirte a vos misma que "es lo mejor", cuando en verdad
tu único miedo por el cual no avanzas firme como afirmás, es el temor a quedarte sola y que ya no
esté ahí para extenderte una mano, porque cuando dejás a alguien, cuando hacés sufrir a alguien, te
quiera con todas sus fuerzas o no, te hará saber que no era lo suficientemente bueno para vos, que lo hiciste sufrir hasta el punto de
hacerlo llorar. Porque
siempre es más fácil echar
culpas sin entender que el amor no se elije, él te elije a vos, y si no
corresponde, no hay otra que decir la verdad.
Ahora entiendo cuando me rechazaste de la forma en que lo hiciste,
que de hecho no fue mala ni cruel, pero lloré, me sentí hasta devastada, y
te lo hice saber, porque
cuando querés tanto a alguien rechazás la idea de dejarlo ir, y ese sentimiento es como una esposa, que le toma las muñecas y lo apresa sin haber hecho nada, porque
claro está, nadie elije al amor y estoy
segura que hubieses elegido otro sendero, si tuvieras el poder de cambiar tus
sentimientos.
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