Expectativa –
realidad, lo que quiero y lo que en verdad
es y que no puedo cambiar, lo que intento maquinar en mi cabeza y no le
encuentro vuelta, lo que necesita un ajuste de tuerca, lo que me carcome, lo
que no pudo ni puede ser. ¿Por qué nos empecinamos tanto en cosas imposibles?
¿Por qué vemos la puerta de lo prohibido y queremos entrar? ¿Por qué nos gusta
la persona equivocada, y no podemos abrirnos a nuevas oportunidades, aunque
queramos? ¿Por qué será que seguimos sintiendo que podemos darlo todo hasta
quedarnos sin aliento, dejar el corazón, el alma, en algo que bien sabemos que no
vale la pena, en algo que nos dice “rendite, es por tu bien”?
A veces
quisiera cambiar cosas que no están a mi alcance, que por más que intente van a
seguir siendo igual, que me perjudican, que me hacen mal, pero las cargo sobre
mi espalda porque sigo teniendo esperanzas de que puedan darse en mi vida. Y sí…
es cierto, uno vive queriendo cambiar las cosas, a
la gente, y a veces la solución más eficaz es aceptar… aceptar al otro,
aceptar al mundo, al universo y a su complejidad, aceptar las actitudes ajenas,
aceptar las decisiones del otro, y tal vez, sólo tal vez, podríamos ser más
felices, porque en el intento de querer cambiar lo irreversible perdemos
vida...
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